BIENAVENTURANZAS (VII)

BIENAVENTURANZAS (VII) ¿Era manso? El sentido común, que entiende la mansedumbre como un comportamiento amorfo, pasivo y de hablar en voz baja, se sirve de la invitación evangélica hecha por Jesús para definir: “Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. (Mt 11,28 al 30). Algunos momentos de la vida de Jesús, relatados por los evangelistas, deben examinarse a la luz de esta concepción: ¿fue manso en esas horas? La más conocida y señalada es la expulsión de los cambistas del Templo: “Y encontró en el templo a los que vendían bueyes y ovejas y palomas, y también a los cambistas sentados allí; y haciendo un látigo con cuerdas, los echó a todos fuera del templo, así como las ovejas y los bueyes; y esparció el dinero de los cambistas, y volcó sus mesas”. (Juan 2:14-16). Y el texto concluye: “Entonces sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu casa me devorará”. Otro momento es durante y después de un discurso: “Muchos de sus discípulos, al oír esto, dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién puede oírlo? Pero Jesús, sabiendo en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ... A causa de esto, muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no caminaban con él. Entonces Jesús preguntó a los doce: ¿También vosotros os iréis? “(Juan 6:60-66) También está la situación de haber sido advertido para que se fuera por culpa de Herodes: “En aquel mismo tiempo vinieron unos fariseos y le dijeron: Sal y sal de aquí, porque Herodes quiere matarte. Jesús les respondió: Id y decid a esa zorra: He aquí yo expulso demonios y sano hoy y mañana, y al tercer día seré consumado” (Lucas 6-30, 31). Las situaciones de las Bodas de Caná, cuando Jesús le dijo a su madre: “¿Qué tengo que ver contigo?” y la respuesta que Dios dio a los padres que lo buscaban desde hacía tres días: “Hijo, ¿por qué actúas así con nosotros? He aquí, tu padre y yo te buscábamos ansiosamente. Él les respondió: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que me es necesario estar en la casa de mi Padre?” (Lucas 2:16-17) ¿En esos momentos Jesús fue manso, según la concepción pasiva de la mansedumbre? ¿Está permitido imaginar a Jesús hablando en voz baja a los cambistas y pidiéndoles por favor? ¿Qué tono de voz habría usado al referirse a Herodes como un zorro y un demonio? Cuando el texto de Juan dice que el discurso había sido duro y que muchos ya no lo seguían, ¿habría sido un discurso dulce? ¿Cómo vieron los que estaban cerca la reacción de Jesús hacia María durante la boda? Una de dos: o Jesús no fue manso en estas ocasiones o hay algo equivocado en la concepción de mansedumbre que se ha predicado. También existe la posibilidad, ya insinuada hace unas líneas, de que la mansedumbre no sea permanente en nadie, sino que se alterne con momentos de vehemencia o dureza. No tengo la respuesta definitiva, pero tiendo a creer que es necesario revisar el concepto pasivo de mansedumbre. Marcos Inhauser

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