CUANDO EL SIERVO SE CONVIERTE EN ESTRELLA
CUANDO EL SIERVO SE CONVIERTE EN ESTRELLA
A raíz de la publicación anterior (Espiritualidades antagonistas), me ha llamado la atención la gran cantidad de predicadores en las redes sociales que buscan focos y seguidores. Entiendo que se supone que los pastores (e incluso los cristianos) deben ser siervos de Jesucristo y servir a la iglesia. Sucede que hay muchos que utilizan la Iglesia para fomentar el ego narcisista, la necesidad de ser vistos y elogiados.
La facilidad para tener una cámara, hacer “lives”, servicios de retransmisión y cosas por el estilo, ha dejado en evidencia a los narcisos que, antes de ser siervos, se convierten en estrellas. Una vez, hablando con un pastor, me dijo que en una “iglesia de renombre” con más de 2000 asistentes, la gente miraba la escala de predicadores. Cuando era el día de la estrella predicar, el templo se llenaba de gente, incluso de pie. Otros días estaba medio lleno. Comenzó a ser conocido como el culto al Pastor Estrellato.
Ya he escrito que hay iglesias que se pueden ser definidas como “un micrófono rodeado de narcisos”. Una fila de “siervos” esperando su turno para protagonizar, ser parte del equipo de adoración, pronunciar un sermoncito entre los cantos, cantar un solo, recitar un poema, dar un testimonio o hacer un anuncio a la congregación. Es el minuto de la fama eclesiástica.
Ya he comprobado in loco, varias veces, el hecho de que el personal de adoración, una vez terminada su participación en el servicio, se van y se quedan afuera hablando y mirando teléfonos celulares. El culto sigue sin ellos. Mientras tengan visibilidad, tendrán participación.
En la Biblia de este pueblo no hay ningún versículo con la frase de Juan Bautista; “Él debe crecer y yo debo disminuir”.
Marcos Inhauser
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