BIENAVENTURANZAS (IX)
BIENAVENTURANZAS (IX)
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mt 5,6). La versión de Mateo, al asociar el hambre y la sed con la justicia, trae la dimensión de personas que tienen un profundo compromiso con la justicia. Hay una doble dimensión: personas que practican la justicia y que evitan que se cometan injusticias.
Estas dos dimensiones, el acto comisivo y el acto impeditivo, son esenciales para ser justo. Resulta que, ya sea intencional o no, al asociar la metáfora (¿realidad?) del hambre y la sed con la justicia, el texto puede traer no sólo la idea de que debe haber este compromiso radical con la justicia en los cristianos, sino que este comportamiento justo debe estar vinculado a las cuestiones del hambre y la sed.
La desnutrición es la principal causa de mortalidad infantil y el hambre se considera natural y parte de la existencia humana. Para muchos, es tan antiguo como la existencia humana y no hay señales de que vaya a desacelerarse. Está presente en todos los pueblos, tradiciones y culturas conocidas.
“Aunque existen medios, conocimientos y recursos económicos y humanos para erradicar el hambre de la faz de la tierra, nuestra percepción como especie y nuestras prioridades políticas como sociedad siguen determinadas por una
largo período de convivencia con el hambre, que se prolonga desde que el hombre tomó conciencia de que es la especie dominante en el planeta” (VIVERO, José Luis. Hambre de Justicia en América Latina — La justicialidad de los derechos sociales en las democracias hambrientas).
En un año en el que se cosecha una cantidad récord de cereales en todo el mundo, también se establece el récord de mayor número de personas hambrientas de la historia. El hambre no es un problema de producción de alimentos, sino de acceso a los alimentos, dónde se producen, quién y quién puede y quién no puede comprarlos.
El hambre no puede considerarse un problema técnico, sino político y de justicia social y económica. Según estimaciones de la FAO, a finales de 2009 había 1.020 millones de personas hambrientas en el mundo (según Chen, S. y M. Ravallion. 2008. “El mundo en desarrollo es más pobre de lo que pensábamos, pero no menos exitoso en la lucha contra la pobreza”. Policy Research Working Paper 4703. Banco Mundial, Washington, D.C.).
El hambre y la desnutrición no son sólo una vergüenza moral y un desastre humanitario. Revelan la violación del derecho humano a la vida. Si no hay hambre y sed de justicia por parte de las iglesias y los cristianos por el bien de la comida, todos estamos pecando el mandamiento de no matarás. Necesitamos incluir temas relacionados con el hambre y la sed en sermones, estudios bíblicos, acciones y programas de la iglesia. Al no hacerlo, lo que llamamos “iglesia” se convierte en un club de amigos del evangelio o en un “centro de eventos religiosos”, un momento de entretenimiento, canto y relaciones sociales.
¡Es cualquier cosa menos una iglesia!
Marcos Inhauser
Comentarios
Publicar un comentario